Louis XIII

El camino hacia un cognac de lujo.
Todo tiene un origen, un comienzo,
y el de LOUIS XIII surge en una pequeña
porción de tierra ubicada en
Cognac, Francia, y bautizada por sus
peculiares atributos y su exclusividad como
Grande Champagne.
Con un paisaje como ningún otro, Grande
Champagne fue nombrada así porque evoca
el recuerdo de los primeros romanos que
trajeron por primera vez vino a esta zona
desde la fértil Campania, una de las 20 regiones
que actualmente conforman Italia y que,
en el pasado, formó parte del Imperio Romano.
Además del nombre, esta zona tiene
otras peculiaridades. La tierra es de un gris
luminoso cercano al blanco, que guarda en
su historia todas las propiedades que hacen
crecer las uvas que dan origen a un cognac
tan único como LOUIS XIII.
Por encima de esta tierra, surge un extenso
viñedo en Cognac, del cual surgen uvas que
son cosechadas cuando alcanzan una maduración
aromática –justamente cuando concentran
la verdadera naturaleza del campo
que las vio crecer–, en el momento en el que
encuentran un mejor balance entre la acidez
y el grado de alcohol de un vino. Cuando las
uvas son machacadas con una prensa tradicional,
las semillas son removidas inmediatamente
para evitar cualquier sabor extraño
en el futuro cognac. Más tarde, el jugo, resultado
de este proceso, se deja fermentar
durante una o dos semanas para obtener
un delicado vino, que debe destilarse inmediatamente
–dos veces– durante el invierno
después de la cosecha.

Llegamos a un punto determinante, uno que
establece la perfección y el sabor único de
LOUIS XIII. Este proceso de destilación y añejamiento
depende puramente de la perfección
de cada paso. Sólo lo mejor es elegido
y cada minuto contiene una regla que no
debe cambiarse. Para comenzar, se debe tener
aquel vino bajo en alcohol que se dejó
fermentar durante dos semanas, ideal para
conseguir un cognac de gran calidad, la base
de LOUIS XIII. 10 litros de este vino son necesarios
para producir uno del eaux-de-vie con
setenta por ciento de alcohol, resultado de
este proceso.

Durante la segunda destilación, a 70 grados
centígrados, surge del alcohol una bebida
espirituosa joven que, aproximadamente
dentro de 100 años, se convertirá, quizás, en
LOUIS XIII. Quizás. Aquí entra el trabajo de
los maestros de cava, quienes hacen uso de
sus años y años de experiencia para detectar
la excelencia que sólo puede encontrarse
dentro de sólo algunas pruebas: de mil que
analiza el experto, sólo una docena de éstas
son seleccionadas para este especial destino.
Después viene un blend de más de mil 200
eaux-de-vie, sustraídos al cien por ciento de
Grande Champagne, una de las zonas más
exclusivas y únicas de Cognac, Francia, que
le brinda miles de aromas a esta bebida.
Esta
sucesión de blends crea un balance entre los
diferentes aromas y contribuye así a la suave
armonía que puede encontrarse en un LOUIS
XIII. Esta etapa de blending le da vida a la
memoria del sabor y saca a relucir la atemporalidad
de esta bebida.

Posteriormente viene el añejamiento. Las
barricas de LOUIS XIII están hechas de roble
de limousin francés, que tiene los taninos y
la porosidad ideales para el añejamiento de
un eaux-de-vie, el cual implica un intercambio
constante entre la bebida espirituosa y
el aire exterior, siendo la forma del tierçon
la perfecta para este propósito. El maestro
de cava inspeccionará una prueba de cada
barrica durante cada año, juzgando su evolución
y seleccionado algunas de éstas para
que se mezclen con otras. Durante años y
décadas, cientos de eaux-de-vie se combinan
mientras cada generación de maestros
de cava selecciona de las barricas los más
añejos y más preciados para crear LOUIS XIII.
Todo finaliza, desde el cultivo de las uvas, su
fermentación, la destilación, los años de añejamiento,
en un decantador de cristal que
rinde tributo a todo este proceso. Ningún
decantador LOUIS XIII es igual a otro.
Cada
uno es una genuina obra de arte en cristal,
creado como si se tratara de una pieza de
alta costura, y numerado individualmente.
Crear un solo decantador requiere el trabajo
de 11 artesanos, quienes primero soplan
el cristal, esculpen manualmente cada uno
de sus ornamentos y decoran el cuello del
decantador con oro de 20 quilates, llegando
a la conclusión de un proceso, a un camino
recorrido en el que espera al final un cognac
de lujo como LOUIS XIII.