500 años de La Habana
La abuelita está de fiesta de cumpleaños, ya confeccionó las guayaberas de seda que lucirán los jóvenes durante las veladas de los interminables festejos.
La Habana, ciudad capital de la caribeña
Cuba, celebra sus primeros 500
años de vida. Los convoca y hacia allá
se dirigen todos felices, sonrientes.
Miles y miles que provienen de San Cristóbal,
de Viñales, de Pinar del Río.
Percusionistas
danzarines de la lejana, colonial y colorida
Santiago de Cuba, en el sudeste de la isla. De
Camagüey, la Santa María del Puerto Príncipe.
De la adoquinada-antigua-bellísima Trinidad.
Cantan, bailan, gozan también provenientes
de la central Santa Clara. Un bullicioso grupo
arriba precedido por una carroza, la que transporta
una réplica de un hacha con la cabeza
tallada, símbolo de su tierra que no es otra
que la imponente, oriental Olguín. Llegan del
ambiente marítimo de la Perla del Sur, Cienfuegos,
mientras de un gran barco, como si
fuese un enorme transbordador, descienden
ansiosos apurados festejantes originarios de
Cayo Largo en la isla de los mil nombres, la Juventud.
Los acompañan José Raúl Capablanca,
el Mozart del ajedrez, que los observa asomado
a la borda; Alicia Alonso bailando sobre
la guitarra de Santiago Feliú mientras Silvio
Rodríguez le obsequia un unicornio a Compay
Segundo. ¡Qué cantidad de invitados! No es
para menos: bajo una lluvia tenue que refresca
su rostro, La Habana, la más cubana, los
convoca a festejar sus chamacones primeros
500 años de vida.
“La belleza de su arquitectura, sus edificaciones, los tesoros
de sus museos y su alma festiva, invitan a adentrarse
en sus calles y vivir la sensación de una ciudad marinera,
romántica y dispuesta al descubrimiento.”
Auténtica y nostálgica
Además de capital de la República de Cuba, La
Habana es su urbe más grande, principal puerto,
su centro económico-cultural y más destacado
polo turístico. Es la ciudad más poblada
del país y la tercera de la región del Caribe.
Como capital de Cuba, es la sede oficial de los
órganos superiores del Estado y el Gobierno
cubano, de todos los organismos centrales y
de casi la totalidad de empresas y asociaciones
de ámbito nacional. Muy colorida, auténtica
y nostálgica seduce caminar por sus calles
angostas, disfrutar de su arquitectura de época,
percibir los aromas y contonearse al compás
de sus ritmos, un verdadero privilegio de
los viajeros que recorren las grandes ciudades
capitales, observan sus símbolos, los íconos
que las identifican. Declarada Patrimonio de
la Humanidad por la Unesco en 1982, La Habana
Vieja es su zona más antigua, uno de los
conjuntos coloniales más grandes de América
Latina. Famosa por sus plazas, iglesias, monumentos,
castillos y fortalezas que alguna vez
protegieron a la ciudad de piratas y corsarios,
los contrastes arquitectónicos de los coloridos
edificios les dan testimonio de su dorada
época colonial a los turistas y visitantes. En su
Plaza de Armas, flanqueada por bellísimos palacios
como el de los Capitanes Generales que
hoy alberga el Museo de la Ciudad, comenzó
su historia. En ella se levanta el Templete, pequeña
capilla neoclásica donde se celebró la
misa inaugural y se organizó el primer cabildo
tras su fundación. Los historiadores reconocen
como fecha fundacional de La Habana el
16 de noviembre de 1519, cuando el conquistador
español Diego Velázquez ―en nombre
de los reyes de España― estableció su tercer
y definitivo asentamiento, el actual. La Habana, cómo no enamorarse al transitar un paseo
diferente y sin problemas, especialmente
durante el atardecer o la noche, por los siete
kilómetros del Malecón y contemplar la panorámica
vista de la ciudad, desde la Avenida Antonio
Maceo hasta la fortaleza Santa Dorotea
de Luna, punto de encuentro de pescadores,
artistas y paseantes! Sin semejanza, única, incomparable,
diferente, alegre, fascinante. Imposible
escapar al impacto que supone poner
un pie en esta ciudad y conocer sus gentes
imaginativas y desprejuiciadas con la sonrisa
a flor de labios en una caótica mezcla de razas, culturas y religiones que fueron llegando
e imprimieron su huella. El antiguo y majestuoso
edificio del Palacio Presidencial, ideado
en 1909 por los arquitectos Rodolfo Maruri y
Paul Belau siguiendo los cánones del Eclecticismo,
alberga desde 1976 el Museo de la
Revolución con la historia de la Cuba desde
el fin de la era del general Batista hasta cómo
asumió el poder Fidel Castro, todo rodeado
de hermosas escaleras de mármol, techos altos
y una hermosa panorámica vista al mar.
Los testigos rodantes
Aquellas personas que viajen a Cuba, y especialmente
a La Habana, se quedarán asombradas
por la cantidad de coches antiguos
que la recorren. Es como retroceder en el
tiempo, a un escenario de los años 40 o 50.
Sucede que muchos de los autos que circulan
por las calles cubanas son modelos anteriores
a la Revolución de 1959, procedentes en
gran cantidad de los Estados Unidos. Se pueden
ver desfilar automóviles de marcas tan
míticas como Dodge, Chevrolet, Plymouth,
Kaiser, además de otros modelos europeos y
antiguos coches soviéticos, como los Ladas.
Es un verdadero plus atractivo que ofrece la
isla, un punto interesante que hay que tener
en cuenta, ya que la historia de Cuba también
está escrita en estos vehículos, testigos
rodantes de una época pasada que se puede
respirar en las calles del mayor museo de coches
antiguos del mundo. Y lo más sorprendente
es que los reparan los mismos cubanos
de forma artesanal, recurriendo a la pericia y
al ingenio. Estos coches pasan de generación
en generación, y desde que son pequeños
los padres les enseñan a sus hijos a repararlos.
Nadie conoce tan bien este tipo de coches.
Podríamos decir que son parte ya de la
familia. Así que a treparse a un “almendrón”
y viajar en el tiempo. El escritor estadounidense
Ernest Hemingway fue un enamorado
de la isla, y eligió a La Bodeguita del Medio
como lugar sagrado para trabajar. Se reunía
junto a otras figuras de la literatura para disfrutar
de un cóctel típico, el mojito, según
el propio artista, ¡el mejor trago habanero!
(Ron Havana Club, puede ser un añejo de 3
años. Unas hojitas de menta o yerbabuena,
lima imprescindible, agua con gas o soda y
azúcar, hielito picado. Mezcladito, un poco
más de ron si le gusta fuerte. Y ¡a gozar rumbero!
En este emblemático restaurante es
posible degustar la cocina local. Entre lo más
reconocido se halla “la ropa vieja”, un delicioso
plato cubano que está entre los preferidos.
La carne se sirve acompañada de arroz
blanco, frijoles negros y platanitos maduros
fritos. Los turistas pueden dejar sus huellas
en las paredes, lugar por donde también
pasaron celebridades mundiales y políticos.
No hay márgenes definidos en La Habana, el
Paseo del Prado (oficialmente denominado
Martí), que arranca en el Malecón, marca el
tránsito hacia la zona más moderna a través
del barrio de Centro Habana. Con el Capitolio
(construido en 1929 a imitación del de Washington
con su bellísima escalinata de frente)
convertido en majestuoso ícono, este es el
distrito donde transcurre la intensa vida local
más auténtica. Las hileras de casas modernistas
siguen siendo bellas a pesar de sus 500
cumpleaños, mientras los “almendrones” y
el aroma de los puros hablan del esplendor y
la elegancia de épocas pasadas y también de
la actual, porque hay mucho que ver en esta
parte de la ciudad: el Barrio Chino, la Real Fábrica
de Tabacos Partagás, una parada obligada
en el recorrido por La Habana a la tradicional
empresa de puros donde ofrecen una
visita guiada que permite adentrarse en todo
el proceso de elaboración, desde el secado
de las hojas hasta que llega a las manos de los clientes. Fundada en 1845, es una experiencia
para no perdérsela en el sitio que aún
conserva la tradición más antigua de la ciudad.
Además de aprender sobre los cigarros,
sus tamaños, aromas y gustos es posible disfrutar
de la bella arquitectura del lugar. Cerca
de allí, el Gran Teatro porta orgulloso el nombre
de Alicia Alonso, la bailarina que llevó el
nombre de Cuba y su maestría en la danza
por todo el mundo. Ricamente ornamentado
con una abigarrada mezcla de neobarroco,
neoclásico y rococó, es uno de los edificios
más refinados y espectaculares de la ciudad.
Dejarse llevar es la mejor manera de conocer
bien una ciudad, pero una excepción guía en
este caso los pasos hacia la Plaza Vieja, con
sus pasajes y arcadas de diversos colores, y la
calle Obispo, repleta de galerías de arte, tiendas,
bares y paladares (restaurantes particulares
donde reinan el “ingenio”, las “ganas”
y la “capacidad de adaptarse y reinventarse”,
en auge hoy gracias a la reformas económicas
impulsadas en la isla y el creciente arribo
de turistas), en la que se ubica el célebre Floridita
no muy lejos de la Plaza de la Catedral,
circundada de edificios del siglo XVIII, entre
los que destaca la fachada barroca del templo.
La mayor fortaleza
La Habana resurgió en varias ocasiones de
los escombros y cenizas a los que la reducían
de cuando en cuando piratas franceses durante
la primera mitad del siglo XVI, por lo
que la Corona Española decidió que se construyeran
defensas militares a la entrada de la
bahía y en sitios estratégicos y lograron hacer
de ella la ciudad mejor defendida del Nuevo
Mundo. Frente a la Bahía se alza la Fortaleza
de San Salvador de la Punta y, justo en el
lado opuesto, a la entrada del puerto, el Castillo
de los Tres Reyes del Morro y la Fortaleza
de San Carlos y San Severino de la Cabaña.
Más al este se encuentra el Castillo de la Real
Fuerza, la fortaleza más antigua de Cuba, coronado
por La Giraldilla, uno de los símbolos
de la ciudad. Se logra apreciar desde lo alto
El Vedado, el elegante barrio que floreció a
finales del siglo XIX para albergar a la alta sociedad
cubana, con sus numerosas quintas y
palacetes en los que el estilo colonial convive
con el art-decó y el art-nouveau. Uno de
los puntos clave de esta parte de La Habana,
por su fuerza simbólica, es la Plaza de la Revolución.
La obra fue construida gracias a la
generosidad popular y la admiración de los
cubanos por José Martí. La explanada de la
Plaza de Revolución se encuentra rodeada
por la sede del Ministerio del Interior, la cual
muestra en su fachada una imagen del Che
Guevara. Otra de las edificaciones cercanas
es el Ministerio de Informática y Comunicaciones
que exhibe la imagen del héroe de la
revolución Camilo Cienfuegos. Sin embargo,
el principal monumento es el correspondiente
a Martí, que con una altura de 112,75 metros
hasta la torre de remate y de 141,995
hasta los faros y banderas, constituye el punto
más alto de la ciudad de La Habana. Aquí
se encuentran también hoteles emblemáticos
como el Hotel Nacional y el Habana Libre,
siendo el epicentro de la música en vivo y la
vida nocturna, otro de los grandes atractivos
de la capital de Cuba. La calle 23 es el alma
de la animación pues concentra buen número
de clubes y espectáculos y es fácil que
sorprenda el amanecer entre notas de jazz
y de cabaret. El más célebre es el Tropicana,
en Marianao, fundado hace 75 años y considerado
un paraíso bajo las estrellas. Imposible
resulta también pasar por La Habana y no
asistir al Social Club Buena Vista y sus sonidos tan característicos de ritmo, alegría y percusión.
La mejor música local con prestigio internacional
se puede disfrutar durante una
cena-show con todas las comodidades. Bolero,
salsa, el son y el chachachá acompañan
el divertido recorrido. En La Habana la vida
transcurre en torno a monumentos y atractivos
históricos de incalculable valor, entre
música, tradición, naturaleza tropical, mojitos
y una gastronomía que es el resultado
de la mezcla de tradiciones españolas, africanas,
aborígenes y hasta asiáticas, acompañado
todo ello de una agradable temperatura
durante el transcurso del año. No hacen falta
entonces excusas para visitarla y disfrutarla
en cualquier momento, pero para quien las
necesite, tal vez es buena idea hacer coincidir
el viaje con alguno de los eventos de primer
nivel que tienen lugar en La Habana, como el
famoso Festival Internacional de Nuevo Cine
Latinoamericano, el Festival Internacional de
Ballet de La Habana, Festival Internacional de
Habanos, la Feria Internacional del Libro y la
Literatura. También y, sobre todo, la Feria Internacional de Turismo de Cuba, FITCuba, el
encuentro más importante de la esfera turística
en la región. Durante 2019 llegó a su 39
edición y fue su sede la Fortaleza de San Carlos
de la Cabaña, construcción del siglo XVIII,
que forma parte del Centro Histórico de La
Habana Vieja y su sistema de Fortificaciones
Coloniales, declarado Patrimonio Cultural de
la Humanidad en 1982. Es un espacio abierto,
donde profesionales y visitantes disfrutan
de la variada oferta que caracteriza a Cuba
y donde se dedican jornadas de intercambio
comercial y promocional.
El sol brilla sobre la bahía habanera. Miles
de invitados ya recorren, festejan por las calles
junto a la grandmother los 500 años de
La Habana. Cada uno guarda un pedazo de
su historia y de la vida que han convertido a
Cuba en un emblema del mundo moderno.
La belleza de su arquitectura, sus edificaciones,
los tesoros de sus museos y su alma festiva,
invitan a adentrarse en sus calles y vivir
la sensación de una ciudad marinera, romántica
y dispuesta al descubrimiento.