Bogotá, una colombiana chévere y bacana
Suelen oírse en los aeropuertos comentarios sobre que a muchas personas les resulta insoportable pasar horas y horas dentro de un incómodo asiento de avión, mientras que otras disfrutan a pleno y cuantas más horas dure el vuelo, tanto mejor se entretienen. Dirigirse a lugares lejanos, donde se nutrirán de nuevas culturas y en los que no faltarán aventuras y diversión. Esa ansiosa expectativa emprendió viaje hace ya un tiempito hasta Bogotá, la capital de la República de Colombia. Sumada claro está a la de escapar de la locura digital de esta época, envueltos todo el día en una vorágine de mensajes y llamadas telefónicas móviles, correos electrónicos, preguntas y respuestas en las redes sociales y tantas formas más de, en ocasiones, no decir casi nada. Entonces, pasar un lapso habiendo suspendido la conexión o no tener cobertura, entregado a la lectura, a ver una película o dedicado a ajustar el itinerario aparecía muy oportuno y relajante. Tanto es así que ahora un colega redactor del más que centenario diario colombiano “El Espectador”, cruza la calle 11, más precisamente entre carreras 3ª y 4ª, donde se pueden observar casonas muy bellas, saluda alegremente al reconocernos y volver a vernos luego de tanto tiempo. Recomienda, antes de partir raudo pues está cubriendo un evento, una visita al mirador ubicado en la azotea de la torre Colpatria, en el sector San Diego y desde donde se tiene una amplia panorámica de Bogotá. La visualización desde el rascacielos que con cincuenta pisos fue durante 36 años el más alto del país, contempla los cuatro puntos cardinales de la ciudad. Los viernes y fines de semana se abre al público, el que de seguro aprovechará para tomar espectaculares fotografías.
Envuelto por ledes encendidas por las noches, su espectacular contorno fuga permanentemente de color, dando brillo a los alrededores como si fuera un gigantesco tetris vertical que sobresale en la sabana bogotana. Los ledes se usan como indicadores en muchos dispositivos y en iluminación. Los primeros emitían luz roja de baja intensidad, pero los dispositivos actuales emiten luz de alto brillo en el espectro infrarrojo, visible y ultravioleta. Para ampliar el radio de visión, se ofrece el servicio de alquiler de teleobjetivos; también hay una cafetería y tienda de souvenirs.
¿Se podrá degustar actualmente una aguapanela con arepa como la de Antioquia? Eso sí resultaría buenísimo. El agua de panela (caldo o jugo destilado de la caña de azúcar) se prepara sumergiendo trozos de panela en agua hasta que se disuelvan por completo. La bebida se sirve caliente o fría y a menudo aquí en Colombia se le suele agregar un chorrito de limón o lima. Si se consume caliente a veces le suman un poco de leche o un trozo de queso en lugar de jugo de frutas y en el interior colombiano, el café y el chocolate a menudo son preparados con agua de panela en vez de agua y azúcar.
Oro artístico
Bogotá está ubicada en una meseta perteneciente
a la cordillera oriental de los Andes,
a 2.640 metros de altura sobre el nivel
del mar, sólo por debajo de La Paz y Quito
en América del Sur. Por estar cerca de la línea
ecuatorial, no se notan los cambios de
estaciones lo que ofrece un clima agradable
y temperaturas que regularmente oscilan
entre los 6° y 24°, con una media anual de
14°. Conocida como la Atenas americana y
la Ciudad de Todos, esta puerta de entrada
a Sudamérica, es el centro geográfico del
sur continental, a tan sólo una hora de vuelo
de los océanos Atlántico, Pacífico y del
mar Caribe. Bogotá o Santafé de Bogotá,
como se la conoció en otra época, es una
ciudad cosmopolita y en constante expansión.
Este crecimiento incluye multitudes de
inmigrantes de todas partes del mundo, lo
que hace de esta capital un verdadero “microcosmos”
arquitectónico urbano color ladrillo,
abundante en su oferta cultural y de
compras junto a la amabilidad de sus gentes,
caracterizada por la diversidad de costumbres
unida a su riqueza patrimonial reconocida
por su colección de arte precolombino
hecho en oro. Basta entrar al Museo del
Oro del Banco de la República, ubicado en
el parque de Santander, para darse cuenta
de ello. Cerca de 34.000 piezas de oro, más
20.000 objetos óseos, líticos, cerámicos y
textiles pertenecientes a 13 sociedades prehispánicas
dan un carácter mágico al lugar.
La sala del Trabajo de los Metales, la sala de
Cosmología y Simbolismo, La Ofrenda y El
Exploratorio (un lugar para que los más jóvenes
y los niños se diviertan y reflexionen
acerca del significado del museo), testimonian
la preservación de toda la historia de lo
que fueron los antepasados.
La colección imperdible
El Museo Botero está situado en La Candelaria,
el centro histórico y cultural de Bogotá.
Alberga una numerosa colección de obras
que el artista medellinense Luis Fernando
Botero Angulo donara con la intención de
difundir las artes y la cultura en su país natal.
De ellas, 87 corresponden a su colección
personal de arte universal, de algunos
de los más representativos creadores de la
historia del arte de fines del siglo XIX y la
primera mitad del XX como Picasso, Renoir,
Dalí, Matisse, Monet, Degas, Chagall, Giacometti
y Bonard, entre otros. El resto, cerca
de 123 piezas, fueron realizadas por Botero
con diversas técnicas de dibujo, acuarela,
óleo, pastel y escultura, principalmente. La
colección está catalogada como la más importante
realizada en la historia del país y
se exhibe en los salones de la antigua Hemeroteca
Luis López de Mesa, luego conocida
como Casa de Exposiciones. El museo
se levanta recreado en una casa de patio,
con toques simples pero con un recorrido
histórico.
¡A comer y a misa…!
La gastronomía bogotana envuelve no sólo
el arte culinario y lo que sucede en torno
a una buena mesa, sino que engloba elementos
culturales de cada región, tomando
como eje central la comida. En los últimos
años, la oferta se transformó de manera tal
que no se concentra únicamente en los tipos
de comida sino que constituye toda una
gama de posibilidades en materia de decoración,
ambiente, servicio, ubicación y visibilidad,
lo cual hace que comer en Bogotá
sea mucho más que satisfacer el apetito.
Maíz, yuca, arepa, aguacate, coco y achiote
son algunos de los alimentos que constituyen la base de preparaciones tradicionales y
ya forman parte de la historia de Colombia,
de su memoria, de sus raíces. Son recetas
que en ocasiones se acompañan con cantos,
trovas, frases y coplas, una sensitiva manifestación
que seguramente busca ser reconocida
nacional e internacionalmente. Es
que las tradiciones culinarias y alimenticias,
como patrimonio cultural, son colectivas,
dado que pertenecen o identifican a un grupo
social, a una colectividad o comunidad y
se transmiten de generación como legado,
tradición o parte de la memoria colectiva.
El ajiaco, la bandeja paisa, el sancocho y la
posta cartagenera son algunos de los íconos
más representativos de la multiplicidad de
opciones que ofrece la gastronomía colombiana.
El origen se remonta a la época de la
conquista de América y junto a los toques
secretos en la utilización de los ingredientes,
la tendencia en la capital se manifiesta en
restaurantes y cafés que dentro de su menú
ofrecen platos de cocina fusión de recetas
típicas con especias de otras culturas latinoamericanas
y europeas, en especial, la española
y árabe. Moqueca de camarón, chicha
(bebida elaborada de forma artesanal
con maíz fermentado), un tradicional guarapo
(bebida alcohólica que se obtiene de la
destilación de varias frutas, principalmente
la piña, o de la caña de azúcar). ¡Y un buen
café! No importa si uno es novato o conocedor
del café, seguramente podrá apreciar
el rico aroma y el fino sabor del café colombiano,
considerado uno de los mejores del
mundo.
Una voz colombiana
Resulta interesante destacar que si bien en
Colombia se habla español, las palabras y
modismos aumentan cada día, ya sea por
moda, por folclore o por imposición generacional
por lo que es recomendable conocer
ese lenguaje propio de diferentes
regiones del país. Ha cobrado tanta importancia
esta riqueza lingüística, que el Instituto
Caro y Cuervo junto con el Ministerio
de Cultura y la Academia Colombiana de la
Lengua vienen investigando y elaborando el
Diccionario de Colombianismos, que hasta
ahora comprende 10.000 voces y expresiones
del español colombiano, de las diversas
regiones del país, de uso frecuente y actual.
Contiene vocabulario general, coloquial, juvenil,
del folclore y la cultura, fauna y flora.
En este momento se cuenta con 3.500
términos, 4.000 definiciones y 3.000 ejemplos.
Aunque hay palabras que todo colombiano
conoce y maneja en su vocabulario
cotidiano que no son colombianismos, además
de que muchas de ellas son usadas en
otros países. Algunos ejemplos: amañado,
que se adapta o que se siente a gusto en un
ambiente nuevo. Bacano, dicho de una situación
o cosa excelente, muy buena. Cantaleta,
repetición frecuente de un tema o
asunto que resulta molesto para el oyente.
Desentejado, dicho de una persona medio
calva. Enguayabado, dicho de una persona
que ha consumido excesivamente bebidas
alcohólicas. Y triste o nostálgico por alguna
situación. Gallinacear, buscar conquistas
amorosas. Recocha, diversión desordenada
y ruidosa. Hay que señalar que en Bogotá
se habla un lenguaje muy neutro; sin embargo,
como sucede en todas las grandes
urbes, existen palabras que identifican a
un capitalino. Pero es muy probable que se
oiga seguido chévere (qué bien, divertido,
agradable, bonito), como esta magnífica estadía
en tierra colombiana.